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Zonas misioneras viven la fe en lo mucho y lo poco

Zonas misioneras viven la  fe en lo mucho y lo poco

La celebración de la Pascua, para las comunidades cristianas del Vicariato,  son signos de esperanza, de renovación y de vida en medio de tantas situaciones que los aquejan. Cada equipo misionero durante la cuaresma se fue preparando por medio de asambleas diocesanas, retiros cuaresmales y jornadas de evangelización con el objetivo de centrarse en ese misterio tan grande como lo es la muerte y resurrección del Señor.
Monseñor Pedro Hernández Cantarero celebró el Triduo Pascual en la zona misionera de Jaqué; en su estadía en esta comunidad acompañó la religiosidad del pueblo, visitó algunas comunidades, sobre todo las más cercanas y que tienen acceso por la  marea, pues en las demás a causa del verano, los ríos bajan su caudal y es difícil poder trasladarse de un lugar a otro en piragua.
Desde sus primeros años en esta iglesia que peregrina en Darién, Monseñor Pedro Hernández, ha tratado de ir acompañando la celebración de la semana santa en distintas comunidades del Vicariato para poder así escuchar las necesidades pastorales de los fieles, orar con ellos de una manera más sosegada, ya que de otra manera resultaría más difícil.
La zona misionera de Jaqué es uno de los sectores pastorales más lejanos del vicariato. Pastoralmente, el Obispo ha encomendado la responsabilidad misionera y evangelizadora a dos sacerdotes diocesanos, el Padre Héctor Quiroz y el Padre Melvin Medrano.
La religiosidad propia de la semana santa es bastante similar en todas las comunidades, sobre todo en las del área rural que en la medida de lo posible tratan de convocarse para meditar los misterios de la pasión y muerte de Jesús especialmente los días jueves y viernes. La Vigilia Pascual, es una fiesta que poco a poco va calando, pues el sábado es totalmente absorbido por otras actividades civiles, sobre todo en los pueblos cercanos a los ríos y a la costa.