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Jesús dirige la palabra a los paganos

Jesús dirige la palabra a los paganos

En este capítulo 7, 1-17, Lucas propone varios episodios que tienen en común evocar el reconocimiento de Jesús como profeta.
En el primer episodio, Jesús, ya en Cafarnaúm, es requerido por un Centurión cuyo esclavo está a punto de Morir. Es la primera vez que un pagano, cercano al judaísmo interviene ante Jesús; la ley prohibía, que un judío entrara en la casa de un no judío. El centurión cree en la autoridad soberana de la Palabra de Jesús, que puede curar a distancia. En una época en la que la aceptación de los paganos en la iglesia no era asunto fácil, incluso de aquellos que habían reconocido en Jesús al Mesías, la actitud de Jesús con respecto al centurión no podía sino consolidar la práctica de los misioneros.
El segundo episodio se desarrolla en un pueblo desconocido: Naím (Lc 7, 11-17). Lleno de compasión ante una madre, ya viuda, que ha perdido a su “hijo único”, Jesús, designado aquí “Señor” manifiesta la fuerza de su palabra: primero dirigiéndose a la madre: no “llores” y luego al que se llevaba a enterrar; “el joven” :“te lo ordeno, levántate”. El resultado es inmediato y el hijo, que se pone a hablar, es entregado a su madre. Aquí todos dan gloria a Dios: por primera vez, Jesús es reconocido como profeta y su venida se entiende como una “visita de Dios”.
En el tercer episodio, tras los comentarios sobre Juan el Bautista, se le niega a Jesús la categoría de “profeta”. Invitado a casa de un fariseo, llamado Simón, deja, en efecto, que se le acerque y lo toque una mujer anónima, considerada “pecadora”. Sin embargo, al ser el único que reconoce el amor que tiene esta mujer, Jesús manifiesta que es un verdadero profeta.