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Dios nos da la victoria por Cristo Jesús (1 Cor. 15, 57)

Dios nos da la victoria por Cristo Jesús (1 Cor. 15, 57)

En la raíz de la pérdida de la esperanza está el intento de hacer una vida sin Dios y sin Cristo. Esta forma de pensar ha llevado a considerar al hombre y las cosas materiales como el centro de todo y este olvido de Dios ha conducido al abandono del hombre, a descartar, abortar, vender, explotar y asesinar a los más débiles.  Pero, en medio de los problemas, de las desilusiones y desesperanzas de nuestra época, los  cristianos permanecen fieles al misterio de Cristo Resucitado, que murió en la cruz, fue depositado en el sepulcro y después resucitó, por eso “brilla para nosotros la esperanza de la feliz resurrección, la promesa de la futura inmortalidad” y estamos alegres, ya que como nos dice san Pablo: “la muerte ha sido devorada en la victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?”  (1 Cor. 15, 54-55).
Reconocemos que Dios es un Dios cercano, que camina a nuestro lado y se nos manifiesta como a  los discípulos de Emaús (Lc. 24) en su camino de desaliento, pero en el camino de la vida nadie está solo, y para nosotros los cristianos, esta certeza es aún más fuerte, pues las palabras de Jesús: “Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”, nos aseguran que Él nos cuida y nos acompaña siempre, Él no nos abandona, por eso nuestra esperanza es siempre y esencialmente también esperanza real, que se abre al prójimo; sólo así es realmente esperanza también para mí. Como cristianos, nunca deberíamos preguntarnos solamente: ¿Cómo puedo salvarme yo mismo?, ¿cómo puedo ser feliz? Deberíamos preguntarnos también: ¿qué puedo hacer por mi prójimo para que se salve y sea feliz?