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Corinto, clave en la evangelización

Corinto, clave en la evangelización

Corinto era una ciudad portuaria situada en el istmo que une a Grecia con la península del Peloponeso. Tenía acceso a dos mares (Adriático y Egeo), los cuales están unidos por un canal, al estilo del Canal de Panamá, que favorecía el comercio entre Oriente y Occidente.

Había allí un gran movimiento de personas de diversas culturas, ambiente que fomentaba el fervor religioso. Según Lucas, la evangelización en Corinto es importante, porque marca un momento decisivo en el camino del cristianismo: es aquí donde el fermento cristiano cobró vitalidad, abandonando la cultura judía.

Aquí llega Pablo procedente de Atenas, en busca de hospedaje y trabajo. Se encuentra con un matrimonio judío, Aquila y Priscila, quienes se habían establecido allí recientemente, después de su huída de Roma, de donde habían sido expulsados los judíos por orden del emperador Claudio a raíz de confrontaciones entre grupos a causa de un tal “Crestos” (que podía perfectamente tratarse de Cristo). Pablo establece en primer lugar una relación de trabajo, con esta pareja, luego el matrimonio se hizo misionero, surgiendo un vínculo más sólido entre ellos. Aquila y Priscila son mencionados en varias cartas de Pablo y son ejemplo de familias ricas convertidas al cristianismo.

Pablo frecuentaba la sinagoga, donde procuraba formar un núcleo fundamental, pero la historia va a ser diferente. Al no tener éxito con los judíos en la sinagoga, Pablo se siente desalentado, abandona la sinagoga y se traslada a la casa de un prosélito llamado Ticio Justo. Esto hizo que muchos se sintieran atraídos, al punto que Crispo, jefe de la sinagoga, se convirtió al cristianismo.

Pablo se quedó año y medio en Corinto, donde surgió la más significativa de las comunidades paulinas

Nacimiento de una nueva comunidad

Los judíos no pudieron tolerar la insolencia de Pablo y al ver que inclusive el jefe de su sinagoga se había convertido, volvieron a la carga. Acusan a Pablo de estar en contra de la ley, refiriéndose a la ley judaica. De ahí que la acusación contra el apóstol implicaba que éste estaba en contra del imperio, que aprobaba la ley judía.

Pero el procónsul Galión concluye: “como se trata de discusiones sobre palabras y nombres y cosas de vuestra ley, allá vosotros”. O sea, que el cristianismo en nada incomodaba al imperio, según Lucas