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Calidad de la catequesis: esencial para la nueva evangelización

Calidad de la catequesis: esencial para la nueva evangelización

En la perspectiva de la nueva evangelización, los catequistas requieren de una buena formación, porque la auténtica evangelización depende en gran medida de la calidad de la catequesis y ésta a su vez, de una formación integral de los catequistas.

Una adecuada formación de los catequistas los capacitará para transmitir el evangelio animando eficazmente a quienes desean seguir a Jesucristo, explicándoles el misterio de Hijo de Dios, hecho hombre por nosotros, y ayudándoles finalmente a identificarse con Jesucristo en los sacramentos de iniciación . El catequista bien formado también contribuirá a fortalecer la Iglesia, como comunidad misionera, siempre abierta al diálogo, viviendo en fraternidad y en constante búsqueda de la santidad.

El catequista debe formarse para transformarse a sí mismo primeramente, no solo para recibir conocimientos o información. La formación la ha de ayudar a madurar como creyente y como apóstol, para formar a futuros discípulos. En este sentido, el Catequista debe ser protagonista de su propia formación, mediante una participación activa en la vida de la Iglesia, que le ayude a crecer como persona capaz de convivir, a acoger la propuesta de Dios y a sentirse integrado en la comunidad eclesial.

Una efectiva formación del Catequista debe alimentar su espiritualidad, su relación con Dios, de modo que su actuar brote del testimonio de su propia vida.  Debe conocer el significado de los ritos y de los signos de la liturgia, así como la importancia de la adoración Eucarística dentro y fuera de la misa.  Por lo tanto, hay que animar al Catequista a reforzar su relación con la Palabra de Dios, su encuentro con Él y a vivir dicha Palabra en su relación con los miembros de la comunidad a la que pertenece. Finalmente, el catequista requiere un entrenamiento para mirar la realidad, acogiendo el dolor y la alegría, la paz y la lucha, las inquietudes y las esperanzas propias y de su prójimo, con la misma actitud que lo haría Cristo.

No podemos perder de vista el espíritu misionero en la formación del Catequista. La Iglesia necesita de la evangelización misionera, como nuevo estilo de acción pastoral. Muchos de los que se acercan a solicitar sacramentos hoy día, han perdido el sentido de la fe. Por ello, se requiere una catequesis con fuerte acento misionero, lenta, progresiva, realista. Los catequistas han de saber acompañar respetando el ritmo de las personas.