“Asiste y protege a las víctimas de la trata”

“Asiste y protege a las víctimas de la trata”

La trata de personas es un problema mundial y uno de los delitos más vergonzosos que existen, priva de su dignidad a millones de personas en todo el mundo. Es un delito que explota a mujeres, niños y hombres con numerosos propósitos, incluidos el trabajo forzado, tráfico de órganos, matrimonios forzados, servidumbre doméstica, mendicidad infantil y el sexo.
La Asociación Panameña de Lucha contra el Tráfico y Trata de Personas expresa que la propia complejidad y variedad del fenómeno de la trata impide que pueda haber una fórmula única y definida para determinar cuándo una persona es víctima de trata.
Estas personas son mantenidas en la esclavitud a través de una combinación de fuerza, coacción e intimidación. Han sido engañadas sobre el trabajo, viaje, condiciones de vida, estatuto, “papeles”, tratamiento.
Son movidas por los tratantes de un lugar a otro, las coaccionan para que no denuncien su situación ni a las Fuerzas de Seguridad del Estado, ni a las administraciones como los centros de salud, oficina de asilo, ni a las ONG que puedan entrar en contacto con ellas.
El Papa Francisco manifestó que la trata de personas “es una verdadera forma de esclavitud, por desgracia cada vez más común, que afecta a todos los países, aún los más desarrollados y que aflige a las personas más vulnerables de la sociedad: las mujeres, los niños, los minusválidos, los más pobres y los que provienen de familias o situaciones de desintegración social”.
Es un negocio de miles de millones de dólares que crece, en el que el costo de comprar y vender seres humanos no es muy alto y los riesgos son considerablemente menores comparados con el tráfico de drogas o armas.
A pesar de que más del 90% de los países de todo el mundo tipifican como delito la trata de personas, todavía hay mucho por hacer.
Muchos países han promulgado leyes nuevas o han actualizado las existentes desde la entrada en vigor en 2003 del Protocolo contra la Trata de Personas de las Naciones Unidas. Este progreso legislativo es notable pero no es suficiente.
Panamá no escapa de esta realidad, cada año cientos de mujeres colombianas, cubanas, venezolanas y nicaragüenses, llegan al país engañadas por redes criminales que buscan lucrarse moviendo miles de dólares.
Se observa por los distintos medios de comunicación que las autoridades panameñas han logrado desmantelar organizaciones dedicadas a la trata de personas todas encabezadas por ciudadanos extranjeros.
La Comisión Nacional contra la Trata de Personas logró la reglamentación de la ley 79 que rige la materia impulsando la creación de una fiscalía especial contra la trata de personas y la creación de unidad especializada dentro de la Policía Nacional que investigar este tipo de delito.
Ante esta realidad Maribel Jaén directora de la Comisión de Justicia y Paz asegura que el Estado no tiene una política pública clara, definida de protección, no solo es suficiente la ley, se requieren recursos, personal especializado, voluntad política, esfuerzo conjunto con otros países. El tema de la trata sigue siendo un negocio del crimen organizado, muchas veces producto de la corrupción en complicidad con las autoridades.
Jaén destaca que no sólo en la sociedad, también en la Iglesia tenemos una visión segmentada de las profundas violaciones de los derechos humanos y desarticulada, falta un enfoque estratégico que nos permita como institución hacer un trabajo más eficiente, la Iglesia tendría todas las posibilidades de hacer un trabajo de mayor impacto a nivel nacional.
Para la Iglesia este delito debe ser tratado como un tema de derechos humanos, un tema de evangelización tal como lo pide el papa Francisco, todavía hay débiles esfuerzos no articulados, no con una visión de pastoral de conjunto, integral. Es un desafío que debe plantearse la Iglesia latinoamericana y en Panamá, dijo.

Unidos se puede combatir
este delito
La lucha contra la trata de personas no debe considerarse solamente responsabilidad de las autoridades. Los ciudadanos comunes pueden ayudar a combatir ese delito.
Lo primero es que la sociedad debe ser consciente del problema, ser sensibles al tema, la penosa situación de las víctimas no puede pasar inadvertida.