Papa Francisco: La corrupción no se combate con el silencio

Papa Francisco: La corrupción no se combate con el silencio

“¿Qué hay en la raíz de la esclavitud, del desempleo, del abandono de los bienes comunes y la naturaleza? La corrupción, un proceso de muerte que nutre la cultura de la muerte”.

Estas son las palabras del papa Francisco, que ha dedicado su ‘Video del Papa’ de este mes de febrero a uno de los grandes males denunciados a lo largo de su Pontificado: la corrupción.

“Porque el afán de poder y de tener no conoce límites”, sostiene Bergoglio, quien apunta que “la corrupción no se combate con el silencio”.

Por ello, “debemos hablar de ella, denunciar sus males, comprenderla para poder mostrar la voluntad de hacer valer la misericordia sobre la mezquindad, la belleza sobre la nada”, destacó.

Francisco concluye su vídeo invitando a que “aquellos que tienen un poder material, político o espiritual no se dejen dominar por la corrupción”.

El Video del Papa es difundido mensualmente por la Red Mundial de Oración del Papa y cuya producción se ha realizado, por primera vez, en colaboración con el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, presidido por el cardenal Turkson.

Este cardenal ghanés afirmó que “no debemos hablar de resolver la corrupción en teoría, sino de combatir la corrupción en cada uno de los sectores. Los pobres pagan la fiesta de los corruptos”.

Mientras tanto, el padre Frédéric Fornos sj, director internacional de la Red Mundial de Oración del Pontífice, manifestó que “no sorprende que el Papa haya incluido el tema de la corrupción entre las intenciones de este año; es algo que le preocupa de manera significativa y a lo cual se refirió en muchas oportunidades”.

“La corrupción afecta a muchísimas naciones del mundo y es un mal que destruye y mata”, agregó.

Mensaje a Latinoamérica

Al Papa le preocupa tanto el tema de la corrupción, que en diciembre pasado, en un video mensaje dirigido a un congreso sobre la responsabilidad de los políticos en la sociedad, el Papa Francisco criticó a los políticos que se dicen católicos pero que no practican su fe, y pidió una nueva clase dirigente alejada de la corrupción; además exhortó a los laicos a involucrarse en la esfera pública.

El Santo Padre se dirigió al evento “Encuentro de católicos que asumen responsabilidades políticas al servicio de los pueblos latinoamericanos”, que se desarrolló en diciembre en la sede de la Conferencia Episcopal Colombiana, promovido por la Pontificia Comisión para América Latina (CAL), y el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).

En su mensaje, Francisco recordó que “desde el Papa Pío XII hasta ahora, los sucesivos pontífices siempre se han referido a la política como ‘alta forma de la caridad’”. “Podría traducirse también como servicio inestimable de entrega para la consecución del bien común de la sociedad”, dijo. “La política es, ante todo, servicio; no es sierva de ambiciones individuales, de prepotencia de facciones o de centros de intereses”, subrayó.

Sin embargo, advirtió del peligro de que la política intente “regir todas las dimensiones de la vida de las personas, incluso recayendo en formas de autocracia y totalitarismo”. En realidad, “es un servicio de sacrificio y entrega, al punto tal que a veces se puede considerar a los políticos como ‘mártires’ de causas para el bien común de sus naciones”, destacó.

Por otro lado, recordó que “todo poder que no esté ordenado al servicio se degenera. “Tengan todos ustedes la seguridad de que la Iglesia Católica alaba y estima la labor de quienes, al servicio del hombre, se consagran al bien de la cosa pública y aceptan las cargas de este oficio”.

“Si me refiero a América Latina, ¡cómo no observar el descrédito popular que están sufriendo todas las instancias políticas, la crisis de los partidos políticos, la ausencia de debates políticos de altura que apunten a proyectos y estrategias nacionales y latinoamericanas que vayan más allá de las políticas de cabotaje!”

Uno de los principales problemas que sufre la política hoy día es que “falta la formación y el recambio de nuevas generaciones políticas” y por eso, “los pueblos miran de lejos y critican a los políticos y los ven como corporación de profesionales que tienen sus propios intereses o los denuncian airados, a veces sin las necesarias distinciones, como teñidos de corrupción”.

“Tenemos que encaminarnos hacia democracias maduras, participativas, sin las lacras de la corrupción, o de las colonizaciones ideológicas, o las pretensiones autocráticas y las demagogias baratas”, sustentó.

El Papa Francisco también se pregunta por qué apenas existen políticos católicos en América Latina. “Se nota la ausencia de corrientes fuertes que estén abriendo camino al Evangelio en la vida política de las naciones”, reflexionó.

“Hay muchos que se confiesan católicos –y no nos está permitido juzgar sus conciencias, pero sí sus actos–, que muchas veces ponen de manifiesto una escasa coherencia con las convicciones éticas y religiosas propias del magisterio católico”.

Pero también “hay otros que viven de modo tan absorbente sus compromisos políticos que su fe va quedando relegada a un segundo plano, empobreciéndose, sin la capacidad de ser criterio rector y de dar su impronta a todas las dimensiones de vida de la persona, incluso a su praxis política”.

A este respecto, pide reconocer la misión del laico en la esfera pública y dice que “muchas veces hemos caído en la tentación de pensar que el así llamado ‘laico comprometido’ es aquel que trabaja en las obras de la Iglesia y/o en las cosas de la parroquia o de la diócesis y poco hemos reflexionado cómo acompañar a un bautizado en su vida pública y cotidiana; y cómo se compromete como cristiano en la vida pública”.

“Sin darnos cuenta –continúa– hemos generado una élite laical creyendo que son ‘laicos comprometidos’ sólo aquellos que trabajan en cosas ‘de los curas’ y hemos olvidado, descuidado, al creyente que muchas veces quema su esperanza en la lucha cotidiana por vivir su fe”, señaló.

Por último, el Pontífice exhorta a que los laicos “no queden indiferentes a la cosa pública, ni replegados dentro de los templos, ni que esperen las directivas y consignas eclesiásticas para luchar por la justicia, por formas de vida más humana para todos”, sino que por ellos mismos sean capaces de hacer visible su misión desde la fe.