La pureza para la verdadera espiritualidad

La pureza para la verdadera espiritualidad

La pureza moral consiste en obedecer la palabra de Dios, que exige una vida de misericordia, amor al prójimo, amor a Dios y fidelidad a Él. Vivir en pureza significa no manchar nuestro corazón con el pecado.

Jesús es el máximo ejemplo de una vida pura y un corazón limpio. Durante su vida jamás cometió pecado y a pesar de ser humillado y tentado nunca pecó contra Dios, sino que se mantuvo obediente en la misión que el Padre le había encomendado y lo honró con sus actos.

La pregunta es: “¿Cómo puede un joven llevar una vida honesta-pura? Viviendo de acuerdo a Tú palabra” (Sal 119,9). Si guardamos la palabra de Dios y hacemos lo que nos dice, podremos vivir una vida de pureza. Y para lograrlo: “tengan en cuenta todo lo que es verdadero, de noble, de justo, de limpio, de amable, de elogiable, de virtuoso y de recomendable” (Filp 4,8). Además: “huye de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz con los que invocan al Señor con sincero corazón” (2Tim 2,22).

Qué hacer cuando surgen tentaciones

Decirle no al mal y apartarse de ellas, que atentan contra la pureza de vida, de corazón: los deseos carnales y materialistas (1 Jn 2,15, 16); el culto al dinero en cuanto al afán de hacerse rico y acumular posesiones, trae grandes engaños (1 Tim. 6,9, 10). La juventud de corazón puro se distingue por su amor a la justicia, a mantener limpia su conciencia y no desagradar a Dios, a comportarse “honradamente en todas las cosas” (Heb 13,18; Tito 2,10).

Hay que ayudar al joven a vencer las falsas concepciones a las que el mundo les invita, tal como ver como algo normal la fornicación, el adulterio y la homosexualidad, visión que contamina su corazón y le llevaría a llevar una  vida doble para ocultar su mal proceder. No podría aprovechar la gracia del encuentro con Cristo, y de adquirir la espiritualidad santa del joven discípulo verdadero de Cristo.

Juventud conforme al corazón

de Dios, como David.

Hch 13,22: “Al destituir a Saúl de su cargo, nombró rey a David, de quien hizo esta alabanza: He encontrado a David, hijo de Jesé, un hombre según mi corazón, el cual hará siempre mi voluntad.” Es del agrado de Dios, quien está dispuesto a obedecer en todo, a cumplir la voluntad y los propósitos de Dios. Por esta razón Saúl fue desechado como rey, porque nunca obedecía a Dios, siempre hacía su propia voluntad (1Sam 13,13-14). La obediencia es la característica que Dios quiere que tengan los jóvenes, para que sean de su agrado.

David era un joven conforme al corazón de Dios, porque: obedeció al llamado de Dios con corazón dispuesto a agradarle; porque dependió siempre de Dios, se confió en Él y Dios le libró de los grandes peligros y le perdonó sus errores porque David le mostró su arrepentimiento y buscó siempre la comunión con Dios.

Joven reflexiona:

El Señor llama a tu corazón, querida juventud, invitándote a una felicidad y luz que no se terminan con esta vida pasajera. Este llamado es personal, es individual, diferente para ti y para cada uno de tus amigos (as), porque el Señor conoce quién le escuchará y le responderá inmediatamente. Prepárate bien para este encuentro con Cristo en la JMJ, y ten en cuenta que: “no nos purificaremos considerando nuestra miseria, nuestra pequeñez o incapacidades, sino contemplando a Dios, a Aquél que es la pureza y la santidad” (Sta. Isabel Trinidad, ocd). Pon tu mirada en Él. Déjate enseñar por Dios, déjate purificar, déjate amar. Recuerda que: “el Señor nos ha destinado a ser semejanza de la imagen de su Hijo” (Rom 8,29). Y así, en los momentos más difíciles piense que “el Artista Divino se sirve del cincel para embellecer más su obra y permanezca en paz bajo la mano que la está labrando” (Sta. Isabel de T).