“La Memoria de Dios”

“La Memoria de Dios”

Hace unos días durante la Eucaristía el sacerdote dio un nombre nuevo para mí, al Espíritu Santo, le llamó: “la memoria de Dios”. Hizo referencia a Juan 14-26 que dice lo siguiente: “El Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien les enseñe todo y les irá recordando todo lo que les he dicho”. Para mí resultó ser la mejor definición que se le pude dar. En ese sentido, existen muchos personajes bíblicos, para quienes El Espíritu Santo fue su memoria, haciéndoles creyentes; y dándoles la fe necesaria para confiar en Dios.
Para Abrahán fue la memoria que le hizo recordar el gran amor que Dios tenía por él, y eso le dio la fe suficiente para estar seguro de que no iba a perder a su hijo Isaac. De la misma manera le recordó a Moisés que Dios nunca lo abandonaría, y así pudo junto con el pueblo de Israel, hacer algo tan grande como atravesar el mar Rojo como si fuera tierra seca, mientras que los egipcios trataron de pasarlo y se ahogaron.
También le recordó a los discípulos que aun cuando Jesús partiese al cielo siempre estaría con ellos todos los días hasta el fin de la historia; lo cual les permitió cumplir con valentía la misión que se les había encomendado: ir a todos los pueblos a propagar el Evangelio, perdonando los pecados y bautizando en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Para Pablo de Tarso, El Espíritu Santo fue la memoria que le recordaría día con día que ya no sería un perseguidor de la iglesia, sino el elegido por Jesús para predicar su palabra.
Apreciadísimo amigo lector, lo de menos es el nombre, porque El Espíritu Santo es un regalo de Dios al cual debemos amar y respetar.