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El cristianismo en expansión

El cristianismo en expansión

(Hch 13,1-12) La comunidad de Antioquía es dirigida por un grupo de cinco hombres que viven, exhortan y animan a la comunidad, y al mismo tiempo enseñan a vivir en el camino de Jesús. Cierto día la comunidad está reunida y en ayuno, y el Espíritu Santo señala y abre el camino a Bernabé y Saulo, quienes reciben una misión particular:  ellos deben ir a otros lugares a extender y expandir el fermento del Evangelio.

La comunidad les da su bendición, esto es el sentido de la imposición de manos: la comunidad permanece como fundamento y los dos como la acción de todos los demás. Si el pueblo no bendice, tampoco Dios lo hace. Como dice el refrán popular: “la voz del pueblo es la voz de Dios”; refrán tan “trillado” por nuestros políticos. ¿Por qué será?… ¡Ahora veremos!

Bernabé era natural de Chipre, tal vez por esa razón el viaje se inició allí. Por esas épocas, las religiones y sistemas de pensamiento (escuelas filosóficas) pululaban en toda la región de Asia y del mundo griego.

El Evangelio penetra y convierte aquello que menos se espera.  Lucas relata la conversión del procónsul Sergio Paulo, título que señala el máximo cargo en la jerarquía del imperio romano en las provincias.  Había también allí un mago llamado Bar Jesús, conocido por Elimas (que significa mago), que se empeñaba en apartar al procónsul de la fe cristiana.

El Evangelio se enfrenta con la magia. La magia es el intento de manipular espiritualmente la realidad, poniendo a Dios como pretexto de su propósito, a diferencia del Evangelio que lo que pretende es cumplir el proyecto de Dios y hacer que todos tengan libertad y la vida.