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Bautismo en el Espíritu Santo

Bautismo en el Espíritu Santo

La conversión de Cornelio fue causa de reproche por parte de algunos de los hermanos y apóstoles, particularmente “los de la circuncisión”, creyentes y conservadores del judaísmo. Cuando Pedro regresa a la Iglesia-Madre, es cuestionado por haber ingresado a casa de paganos y haber comido con ellos, es decir, había hecho dos cosas prohibidas por la ley (v.3).

¿Por qué lo cuestionan? La conversión de los paganos planteaba una cuestión fundamental: ¿bastaba con convertirse y aceptar a Jesucristo, o era necesario primero convertirse al judaísmo y obedecer sus prácticas?  Estaba en juego el problema de la fe en relación con la cultura, lo que para ellos implicaba la pérdida de su identidad.

Pedro entendió lo difícil que era para ellos aceptar lo que él había hecho, porque él había tenido que luchar consigo mismo antes de ir a casa de Cornelio (ver Hch 10,28). 

Pedro no ofrece explicaciones. Les cuenta en detalle cómo llegó a la casa de Cornelio destacando la finalidad de su visita: “El (Pedro) te dirá palabras que  traerán la salvación para ti y para toda tu casa” (11,14) lo que muestra la iniciativa de Dios de extender la salvación a los paganos. 

Pedro narró que bajó sobre Cornelio y su familia el Espíritu Santo, como había bajado sobre los Apóstoles (11,15) el día de Pentecostés y finalizó diciendo: “Por tanto, si Dios les ha concedido el mismo Espíritu que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para oponer obstáculos a Dios?” (11,17).

Finalmente los hermanos reconocieron el actuar de Dios y le glorificaron, por la conversión de los paganos, diciendo:  “También a los gentiles les ha dado Dios la conversión que lleva a la vida”.