Barreras que detienen y paralizan

Barreras que detienen y paralizan

Creíamos que era fácil. Hicimos una llamada, y otra, y otra. Negativas, respuestas confusas, excusas, reproches. Tiempo perdido. Una extraña sensación de derrota.
En la vida tomamos decisiones que creemos justas y oportunas. Luego, una barrera cierra el paso. No hay manera de convencer a otros ni de superar obstáculos.
Surge la tentación de un autorreproche: si hubiera estado más atento, si hubiera recordado cómo piensan este y aquel, no habría invertido tiempo y energías para algo casi imposible.
Encontrarse con barreras en el camino de la vida puede paralizar el alma. Es cierto que en muchas ocasiones logramos seguir adelante. Pero otras veces el fracaso es completo…
Ante barreras que obstruyen el paso, llega el momento de replantearnos los objetivos. No siempre acertaremos a ver por dónde caminar ahora. Pero sí sentiremos la importancia de no quedarnos hundidos ante las negativas y los obstáculos.
También puede ser un momento para detenernos, en el frenesí de cada día, y darnos cuenta de que estamos en un mundo provisional, incierto, muchas veces hostil y agresivo, donde tantos deseos quedan irrealizados.
Soñar con lograrlo todo aquí abajo es engañoso y causa frustraciones. Además, existen mil variables imprevistas que pueden desencadenar, sorpresivamente, situaciones difíciles nunca imaginadas.
La última barrera, la definitiva, llega con el momento de la muerte. Entonces termina el tiempo de las decisiones, de los miedos y de las esperanzas, de los triunfos y de las derrotas temporales.
Un telón baja. El corazón pasa la última frontera. Al otro lado nos espera un Dios bueno, que valorará el peso de nuestras acciones y la sinceridad de nuestros arrepentimientos.
En ese momento, solo la misericordia acogida y el perdón ofrecido y suplicado, permitirán superar la última barrera para entrar en un Reino donde el amor brilla y donde el Padre festeja la llegada de cada hijo bueno.